lunes, 7 de mayo de 2018

Gorgorito o el eterno retorno





Jamás pensé darle la razón a Nietzsche en su idea del eterno retorno. Ya saben, cuando decía aquello tan impresionante de que nos imagináramos que estamos solos y de repente se nos aparece un demonio que nos suelta, así sin anestesia ni nada: "Esta vida, tal y como ahora la vives y como la has vivido, deberás vivirla aún otra vez e innumerables veces, y no habrá nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer, y cada pensamiento, y cada suspiro, y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión; y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas, y así también este instante y yo mismo ¡El eterno reloj de arena de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito de polvo!". Y mira que escribía bien, oye, pero ni por esas, Siempre me daban ganas de decirle: "¡Anda ya!". Y a mis alumnos, igual. Cuando al final del tema le hacíamos un juicio con abogados y fiscales, ni siquiera los primeros hacían una defensa encendida de que todo se repita tal cual. El amor a la vida, sí; la crítica a los valores occidentales, también; hasta el superhombre les parecía una idea que tenía su gracia. Pero sobre la del eterno retorno procuraban pasar de puntillas, como si Nietzsche hubiera dicho tal cosa un día con resaca.

Y sin embargo, esta semana casi me convierto en acérrima seguidora de esa idea peregrina. Y es que bajé a Santa Cruz, que está en plenas fiestas de mayo, y fui con mis nietitos al Parque, que estaba lleno de flores y casetas y gente y primavera. Y ahí en medio y al lado del reloj de flores, estaban los guiñoles eternos, exactamente iguales a cuando yo los iba a ver de pequeña de la mano de mi padre, exactamente igual a cuando llevaba a mis hijos, exactamente igual a cuando hace 10 años llevaba a mis nietos mayores. Allí estaban Gorgorito, Rosalinda, la bruja, el lobo, la estaca, los gritos de los niños avisando del peligro (¿eran mis gritos o los de mi nieta Julia los que se oían?), y el té, chocolate y café del final. Justo igualito, igualito a cómo lo describe Nietzsche. El eterno retorno de lo mismo con todos los detalles, el mismo instante volviendo una y otra vez en un bucle infinito.


Pensé que eran cosas mías, pero mi amigo Juan Antonio también publicó en Facebook que tuvo la misma sensación cuando fue con su nieto a verlos: "... Cerré los ojos y me retrotraje más de sesenta años atrás, cuando salía corriendo del colegio para ver exactamente el mismo espectáculo que hoy estaba viendo mi nieto. Las mismas historias, los mismos personajes, las mismas voces, los mismos estacazos, los mismos niños llamando cándidamente a coro a Gorgorito porque venía la bruja... y la misma canción de Té, chocolate y café". ¿Lo ven? Todos los abuelos jubilados presentes estaban viviendo el eterno retorno.

¡Mira que si de repente Nietzsche tenía razón y nos toca repetir también los momentos malos de la vida, los castigos los sábados en el salón del colegio porque nos cogían hablando en la fila, los exámenes de selectividad, las oposiciones, los cólicos de riñón, los partos, o la vez aquella que, con 15 años, saqué medio cuerpo por la ventana de la guagua para gritarle "¡au revoir!"  a mi amiga francesa y resulta que no me vio ni me oyó...! Si aceptáramos que cada instante se repite igual, si siguiéramos esta idea de Nietzsche que él califica como su pensamiento más profundo, estaríamos aceptando la vida tal como nos viene (¿Cuánto deberías amarte a ti mismo y a tu vida para no desear ya otra cosa que esta última y eterna sanción, este sello?), amándola con todos sus placeres pero también con todas sus majaderías, con los fallos de nuestra sociedad y de nuestros cuerpos, con los enfados porque algo no nos sale como queremos. Amar la vida sabiendo que habrá estacazos pero también momentos felices y que, con suerte, puede terminar (y repetirse eternamente) con algo tan sencillo como una canción. Té, chocolate y café.









32 comentarios:

  1. Tradiciones si, pero actualizadas.
    Creo que los gorgoritos ya deberían presentar a personajes malos masculinos, no siempre la bruja mujer.

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    1. Atahualpi Yupanqui tiene una "Copla del payador perseguido" en la que un verso dice: "Dios por aquí no pasó". Algo parecido podría decirse de Gorgorito: "La modernidad ( o lo políticamente correcto) por aquí no pasó". ¡Pero si los muñecos parecen los mismos y las historias son las mismas...! Y te estoy hablando de hace más de 60 años que fue la primera vez que yo las vi. Igual son más antiguas y ya Noé las veía (iguales, por supuesto) antes de entrar al arca.
      Otra cosa es si a la gente le gustaría que hubiera un cambio, y cuando apareciera el Brujo, todos dijeran "¿¿¿Y la bruja???".

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    2. Claro,alguna sorpresa.¡Novedades!

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    3. Me pega que la única novedad a esperar es que los trajes sean nuevos (no de otro color, eso no). A lo mejor, la sorpresa es que no haya sorpresas. Todos los niños van a lo que van. Cuando les cuento un cuento y cambio algo de la narración, ellos me corrigen: "¡Así no es!". Igual sucedería con Gorgorito.

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    4. No lo creo, Isabel, si los oyen por primera vez.

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    5. Es verdad, siempre para nosotros, que vivimos en un tiempo lineal (no como Nietzsche), hay una maravillosa primera vez en que oímos un cuento que nos abre las puertas a la imaginación. Pero después de esa primera, para un niño pequeño las demás veces tienen que ser iguales. Yo a veces juego con ellos a cambiarles personajes o situaciones y al principio les cuesta (¡¡¡No, no es así!!!), hasta que se dan cuenta de que es un juego y el sentido lúdico puede más que la costumbre.

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  2. Carmen Paz Gutiérrez Arienza7 de mayo de 2018, 10:52

    Te, chocolate y café...
    También me trasladé al pasado cuando fuí con mis hijas y ahora sesenta años más tarde me ocurre lo mismo con mis nietas.
    Creo que volvemos a vivir los momentos buenos y que te gusta de tu vida y los malos intentas aparcarlos en un rincón del cerebro donde procuras que se queden ahí.
    Últimamente oigo decir que si los Gorgoritos son violentos, me parece una tontería... no hay sino que mirar la cara de felicidad y alegría de los niños.
    Como siempre me ha encantado Isabel.

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    1. Tengo una foto de mi nieta viéndolos y es la cara de la felicidad pura. Disfrutó como nunca.
      A mí también me parece una tontería lo de ocultar totalmente a los niños un estacazo. Todos sabíamos, cuando los veíamos, que se combatía a los malos con estacas, y que en la próxima función volvía la bruja o el lobo a hacer de las suyas y que ¡menos mal que teníamos a Gorgorito! Los cuentos son como la vida.
      Muchas gracias, Carmen Paz.

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    2. Carmen Paz Gutiérrez Arienza7 de mayo de 2018, 21:30

      Isabel, gracias por tus relatos, me encantan.

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    3. Gracias a ti. Muchos de estos relatos son vivencias comunes que tenemos todos los de nuestra generación. Reconocernos en ellos nos acerca.

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  3. Maravilloso Isabel �� Volver a leer el eterno retorno ❤️❤️

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  4. Ayer estuve en el Parque con mi hijo y nieto. Cuando escuché a los niños gritando, miré y vi que en reloj de flores, estaban los Gorgoritos. Yo, toda ilusionada, le dije a mi nieto, corre, vamos a verlos. Su respuesta fue: no, me aburren. Esta generación no se divierte sino con las Tablets, las Play, las Wii, etc. Así que no pude revivir tiempos pasados con los Gorgoritos, de mi infancia. Qué

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    1. Ya tu nieto es muy grande para eso. A los míos con 14 y 12 años no les interesan tampoco, igual que, si te acuerdas, a nosotras tampoco nos interesaba en nuestra adolescencia (en la que teníamos otros intereses). Pero llegará el tiempo en que los rememoren y recuerden la ilusión de aquellos primeros cuentos y vayan con sus hijos y con sus nietos a verles las caritas. Como decía Nietzsche, todo se repite.

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  5. Mari Carmen González Zamorano7 de mayo de 2018, 12:35

    Isa, siempre disfruté de los Gorgoritos porque vivía muy cerca. Por favor, que no cambien nunca. La actitud de los niños de ahora es exactamente igual que antaño los nuestros. Todo ha cambiado demasiado. Que no cambien los Gorgoritos.
    Un beso.

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    1. Es verdad que, como dice Ani más arriba, ha habido muchísimos cambios, sobre todo en el mundo de las comunicaciones. Mis nietos mayores tienen su móvil cada uno, ven a sus youtubers favoritos, se pasan la vida en contacto continuo con el mundo... Tal vez necesitemos algo que permanezca y que reconozcamos siempre: las tradiciones, la música, los gorgoritos...

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  6. Me gustó tu escrito de hoy.
    A los palmeros de Santa Cruz de La Palma nos sucede lo del eterno retorno cada cinco años con la Bajada de La Virgen. Fuimos niños, después jóvenes, mas tarde adultos con hijos y ahora abuelos y seguiremos yendo a disfrutar de los Mascarones (el enorme Biscuit, la bruja repartiendo escobazos, la Luna Valencia con Sosó bailándola al son del pasacalle, Las Mendoza...) y sobre todo del baile de Los Enanos. Tenemos derecho a erizarnos cada cinco años cuando los personajes participantes de 1,80 metros de altura se transforman en enanos. Ya ves.

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    1. Yo soy muy de releer libros que me han gustado mucho, de volver a ver películas que me hicieron llorar y reír (y volver a reír y llorar en las mismas escenas de las veces anteriores), de regresar a los sitios en que lo pasé bien y fui feliz... Un eterno retornar, así que entiendo muy bien ese erizamiento. ¿Será que los seres humanos necesitamos el nido, la seguridad de lo conocido, la rutina de lo cotidiano... más de lo que nos atrevemos a pensar?

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  7. Fíjate, Jane, que el pobre Nietzsche nunca me cayó muy bien. Entonces he leído tu relato y he pensado que me habría gustado tenerte como profesora de filosofía. Cosas que inspiran los texto.
    Un abrazo enorme.

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    1. ¡Ooooh, muchas gracias, Dorotea, es un gran cumplido!
      Muchos de mis alumnos y amigos a veces me han dicho que Nietzsche estaba majara, pero yo les he contestado siempre que era un genio y que a los genios se les permite un punto de "majarería". Era un buen músico y un gran escritor. Y como filósofo supo darse cuenta de todo lo que se nos venía encima en estos siglos XX y XXI: la crítica a todo lo admitido como sagrado hasta entonces, el deterioro de los valores, el individualismo... Y ante eso hace la propuesta de que amemos la vida, los valores vitales ante todo.
      Ahora somos sus herederos, si te fijas. Todos somos un poco nietzscheanos.
      Otro abrazo grande para ti. También me hubiera gustado tenerte como alumna (y como fiscal en el juicio a Nietzsche que hacíamos en clase. Eran divertidísimos).

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  8. Esperanza González Navarro7 de mayo de 2018, 15:43

    Mi querida Isa, me gustaría volver a vivir la vida que he tenido, mis padres, Tenerife, las Dominicas, Sevilla, la Universidad, Mane, mi hijo... pero por Dios, no me digas que vuelvo a hacer tantas mudanzas, que me muero del susto. Besosss

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    1. Jajajajaja, pues con el eterno retorno lo tendrías crudo. A todos nos gustaría hacernos una vida a medida con todo lo bueno nada más, pero según Nietzsche, somos producto "del anillo de la necesidad", donde todo está engarzado y de determinadas causas saldrán ciertos efectos. Incluso no solo sería repetición de hechos sino también de pensamientos y volverías a decir: "¡Oh, no, qué horror!" ante cada mudanza. :-D
      Muchos besos.

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  9. Pues, sabes qué te digo, Isa?, que no quiero oír hablar de Niezsche, nunca más.

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    1. Oh, no digas eso, el pobrecito. Como le dije a Dorotea un poco más arriba, todos somos un poco nietzscheanos. Igual que pasa con los grandes pensadores (Marx, Freud, Nietzsche...) hemos ido incorporando a nuestra manera de pensar rasgos de cada uno de ellos y los siglos siguientes que tú y yo hemos vivido no serían los mismos sin ellos.
      Y tampoco hay que tomarse al pie de la letra la idea del eterno retorno. Mira el sentido que se le da en la wikipedia, por ejemplo: "obrar de modo que un horizonte de infinitos retornos no intimide, elegir de forma que si uno tuviera que volver a vivir toda su vida de nuevo, pudiera hacerlo sin temor". En resumen, Nietzsche quiere enseñarnos a vivir sin miedo, a vivir plenamente.
      Así que dale una oportunidad, qué más te da... :-D

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  10. Hola Jane. Creo recordar que cuando estudié Historia de la Filosofía en 6º de Bachillerato (allá por la segunda mitad del siglo pasado), salía el tal Nietzsche,
    y me pareció un pesado y muy poco optimista. Luego durante mis años universitarios tuve un "amor" con una chica que estudiaba Filosofía. Me hablaba de Nietzsche, y aunque yo sólo tenía "orejas" para ella, el susodicho me resultaba poco agradable. Así que no me quedo con él, ni con lo que dijo.
    Yo también llevé hace muchos años a ver a los Gorgoritos, y grité cuando la malvada bruja le iba a pegar a Gorgorito, tanto o más que mis hijos y que todos/as aquellos/as niños/as que allí se reunían. Un beso Jane. Juan.

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    1. Nada, que le cogiste ojeriza desde el principio y así no hay manera. Y eso que ya podías haber aprovechado el ligue para presentarte como el superhombre o algo así (Lo he contado alguna vez pero siempre me acuerdo de un alumno que me decía que no le convencía ese superhombre que no volaba ni nada). Como le dije a Esperanza dale otra oportunidad, anda...
      Te imagino gritando "¡Gorgorito!" a toda pastilla. Ya verás cuando lleguen los nietos...
      Un beso, Juan.

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  11. Yo fui, Jane, una auténtica forofa de Gorgorito, toma y daca, con la estaca. Me acuerdo más de esta frase suya que de la del té, chocolate y café.
    No había mayo en que se me escapara, ni tampoco una sola función que me perdiera. Me atrevería a decir que es uno de los recuerdos más bonitos que tengo de
    mi infancia.
    Por contra, desconocía el eterno retorno de Nietzsche y la verdad es que la idea no me disgusta en absoluto, porque a pesar de que yo soy de las que siempre han dicho que para atrás, ni para coger carrerilla, sólo existe una cosa por la que celebraría ese eterno retornar del sabio filósofo: para volver a jugar a baloncesto y para inocular ese amor que yo siento por él, a las nuevas generaciones de niños y jóvenes a los que este bello deporte les atrajera. Sólo para eso.
    A la época de Gorgorito no pido regresar porque, como tú, ya he comprobado que todo sigue igual y que la niña que hay en mí surge tan feliz como lo fui entonces, cada vez que lo veo y lo oigo.
    Gracias a ti y a tu ilustre colega por hacer que mi imaginación retorne, por unos segundos, a aquellos tiempos.

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    1. Jo, ya quisiera ser yo colega del gran Nietzsche. Me conformo con que he sido propagandista de sus ideas durante 38 años. Con eso creo que tengo derecho a estar cerquita de él un momento en el más allá ;-D
      El problema con el eterno retorno es que no solo vuelven los grandes momentos, el jugar a baloncesto, las grandes tardes en que se ganaban partidos, la transmisión de tu amor por el deporte, los triunfos..., sino también cuando se perdían, cuando fallabas un aro, cuando hacían una injusticia como no darles una copa merecida, por ejemplo. El eterno retorno significa que amamos tanto esta vida (que es la única que hay) que no nos importa repetirla con todo lo bueno y con todo lo malo. Y significa también darle eternidad a la vida, que siempre se volverá a repetir exactamente igual. Él no pretende presentar una hipótesis científica ni mucho menos, sino una nueva manera de ver la vida.
      Filosofadas...

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    2. Cuando digo, Jane, que sólo que me gustaría disfrutar del eterno retorno, para jugar a baloncesto, me refiero a jugar con todas sus consecuencias: las buenas, las regulares y las malas, porque de todas seguiría aprendiendo. Exactamente igual que lo hice en tiempo real, donde no todo fue un camino de rosas y gloria, aunque, por fortuna, en mi memoria pueden más los mejores recuerdos que los malos. Exactamente, como la vida misma...

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    3. Seguro que en ese caso él te hubiera dado un abrazo y diría: "¡Esta es de las mías!". Aunque no sé, no sé, porque también él es hijo de su tiempo y decía aquello de que la mujer es un ser de cabellos largos e ideas cortas. Sería un genio pero a veces se le iba la olla. :-D

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  12. Candelaria Rojas8 de mayo de 2018, 22:44

    Esos gritones gorgoritos han sobrevivido a varias generaciones. Primero, como tú dices, nos llevaban; después fuimos con nuestros hijos y volvimos a ser niñas por un rato. Ahora es el momento de que los nietos conozcan una tradición de Mayo, que es célebre en toda la isla. Creo que es una de las pocas cosas que no ha sufrido transformación. Las marionetas siguen siendo rudimentarias y de madera antigua. El guiñol se ha quedado pequeño para tanto público y, si no fuera porque han pasado más de sesenta años, parecería que las voces ocultas son las mismas de entonces.
    Un momento mágico para regresar al calor de la mano materna y al olor de las garrapiñadas, a la vez que, con sorpresa y algo de miedo, éramos espectadores activos de aquella historia que narraban esos timbres de pito, capaces de hipnotizarnos durante una hora.

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    1. Mira lo que cuentan los autores sobre Gorgorito:
      "El personaje de Gorgorito fue concebido en la mente de Juan Antonio Díaz Gómez de la Serna, de nombre artístico “Maese Villarejo”, en 1945.
      En el Teatro de Maese Villarejo, todo está realizado por los integrantes de la Compañía, desde los guiones y diálogos, hasta los decorados, los muñecos, el atrezzo…
      Los guiones son idea original de Maese Villarejo, con adaptaciones de su esposa Pepita Quintero. Los nuevos guiones son obra de sus hijos Mónica y Juan.
      Las voces son todas “de la familia”. Pepita es la voz de Ciriaca, Rosalinda, el Hada, Garrafito, los cerditos, etc
      Mónica da vida a Rosalinda, Pingüi el pingüino, los cerditos, y Juan es Gorgorito, el Ogro, el sheriff, el Oso Peluso, y otros personajes masculinos.
      Los muñecos son confeccionados principalmente por Pepita y Mónica. Se realizan en cartón piedra, a partir de moldes de escayola. Son pintados, vestidos y maquillados por ambas.
      Hay muñecos de guante, de varilla, de hilo, y mixtos. Los hay de cartón piedra, de gomaespuma, de madera, de caucho…
      Son Pepita y Mónica las encargadas de los decorados, que se realizan específicamente para cada cuento. La preparación del atrezzo, y la estructura y mecanismos del teatro son cosa de Juan.
      La labor conjunta de todos, da por resultado…una hora de diversión garantizada
      Normalmente los cuentos se hacen en directo, dialogando con el público. Es la mejor forma de conseguir la participación total de los niños. La respuesta del niño es, en muchas ocasiones impredecible, y es necesario responder a esa espontaneidad para mantener el dinamismo de la historia.
      Las músicas y los efectos sonoros, se intercalan en la historia.
      Algunas veces llevamos partes grabadas, sobre todo cuando hay músicas. Incluso hay algunas partes que conservan la voz original de Maese Villarejo."
      Así que ya ves que es posible que algunas de las voces sean las mismas de entonces si están grabadas. !Y es una tradición desde el año 45! Toda nuestra vida y más. Me ha encantado leer información sobre los guiñoles de siempre y saber que han pertenecido a la misma familia. Los padres nos deleitaron a nosotras, los hijos a nuestros hijos, los nietos a nuestros nietos... Increíble.

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