lunes, 27 de junio de 2016

Un cuento del futuro




"Había una vez una criatura monstruosa y letal, llamada Nicotina, que, despertada y manejada por hombres despiadados, se infiltraba entre las gentes y les quitaba la voluntad y la vida. A cambio de dinero, el monstruo repartía sus infinitos dedos entre las personas, que los quemaban y aspiraban sin darse cuenta del veneno que encerraban. Y así pasaron muchos años en los que cada vez más la humanidad enfermaba mientras los despiadados engordaban sus fortunas. Hasta que llegó el día en que los hombres cayeron en la cuenta de que el tributo que pagaban- enfermedad, molestias, dinero, dependencia- no compensaba el efímero y cada vez más adictivo placer, y se fueron apartando poco a poco y con gran esfuerzo de Nicotina. Tras una lucha larga y feroz, en el que muchos cayeron pero otros muchos la vencieron, llegó el momento de dormirla para siempre y de hacer de este mundo un lugar más sano y más libre".

lunes, 20 de junio de 2016

Dominando los finales




El domingo pasado, en la Romería de Guamasa, a la que hospitalariamente nos invitan cada año Mingo y Marian, contamos con la compañía y maestría de un amigo llegado de Venezuela, Leonardo Quijada, que nos alegró la tarde. Leonardo es un virtuoso del cuatro, ese pequeño instrumento de cuatro cuerdas que suena como la brisa en la ribera del Arauca vibrador. Cuando lo toca, ni se le ven los dedos pero la música fluye, serena y alegre, acompañando a las guitarras y timples, como si siempre hubiera estado ahí.

lunes, 13 de junio de 2016

El gozo en un pozo: la reválida




En el álbum familiar me he quedado contemplando esta foto que hoy les pongo al inicio. Está fechada el 16 de junio de 1962, hace 54 años, y en ella estamos mis compañeras de clase y yo en el Parque. No llevamos uniforme pero sí algún libro en la mano. Y lo que más me llama la atención es lo serias que estamos (¡qué cara de trastornadas!, dijo mi amiga Nievitas cuando la vio). Y eso que no nos dolía, como ahora, alguna parte del cuerpo y no nos sentábamos y levantábamos en un ¡ay! Todas veíamos perfectamente sin necesidad de gafas de cerca, conservábamos todos los dientes y no teníamos ni canas, ni arrugas ni michelines ¡Por Dios, teníamos 14 años! ¿Cómo no estallábamos en alborozadas carcajadas, bailando hasta una conga, celebrando ese momento gozoso de nuestra vida?

lunes, 6 de junio de 2016

Pongamos que hablo de Madrid




Ciudad de mis noches, 
del viento del pueblo,
de la resistencia, 
del "No pasarán",
¿qué hiciste en mi ausencia?
(Ismael Serrano, "Vuelvo a Madrid)

El regalo que mi marido me hizo este año por mi cumpleaños fue un viaje a Madrid. Madrid fue la ciudad de mis días y mis noches en aquellos años de universidad, en los que por primera vez salí de la sombra protectora de mi casa y de mis padres. Estos sitios que nos acostumbraron a movernos por el mundo, moldeando nuestras alas, marcan para siempre una impronta en la memoria. Y, cuando, como esta semana, volvemos, recibimos el abrazo amigo de una ciudad que llamamos nuestra.

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