lunes, 28 de marzo de 2016

¡Esto es mío!




Anda Julia, mi nieta de 2 años, apropiándose por la cara de todo lo que ve. Los cochitos que le regalaron al hermano por su cumple son "míos"; y son "míos" mamá y papá y el avión que pasa y la Peppa Pig de la amiga. Cuesta trabajo despegarle los deditos alrededor de cualquier nueva posesión a la que se aferra como una lapa, mandando gritos desesperados: "¡¡¡Mío, mío, mío!!!".

lunes, 21 de marzo de 2016

Una joven y una perla




De vez en cuando una se tropieza con una obra de arte tan bella que te seduce y te cautiva para siempre. Y eso es lo que me pasa a mí con "La joven de la perla".

La primera vez que me encontré con ella fue a mis 17 años en 1º de carrera y en clase de Historia del Arte. Don Jesús Hernández Perera, nuestro profesor, nos habló de Jan Vermeer, un pintor holandés del siglo XVII del que no sabíamos nada y que, sin embargo, es uno de los grandes. Sus cuadros, de una difícil sencillez, capturan la luz y la detienen en cualquier momento del día: una lechera vertiendo la leche, una mujer leyendo una carta, un oficial y una muchacha sentados y sonriéndose junto a una ventana, una dama de pie frente a una espineta... Y la joven de la perla.

Mírenla bien, iluminada sobre el fondo oscuro, la luz bañando en cascada la extraña toca, el cuello blanco, la perla central, el rostro puro y limpio de la joven, casi una niña ¿Qué vio el pintor en ella? Inocencia, candor, sin duda, pero tal vez también un algo inquietante en la mirada y en los labios entreabiertos. Belleza pura.

Desde entonces, se hizo un hueco entre mis cuadros preferidos, esos que no me importaría nada de nada que estuvieran en un rincón bien iluminado de mi casa: "Le moulin de la Galette" de Renoir, la "Noche estrellada" y los "Lirios" de Van Gogh, "El jardín de las delicias" del Bosco, "Los novios" de Chagall...

Vermeer es el pintor de Delft, un hombre inaprensible que pintó muy pocos cuadros, unos 35 en total que se sepa. Tuvo un montón de hijos y, tal vez por eso, problemas económicos a pesar de haberse casado con una mujer acomodada. Murió joven a los 43 años.

Siglos más tarde, en 1999, la escritora Tracy Chevalier, que también se enamoró de "mi" cuadro, investiga sobre Vermeer y su época y se inventa una historia sobre ellos. Ahora la joven de la perla tiene un nombre, Griet,  y es una criada de la casa con una especial sensibilidad para los colores. Por eso, el pintor se fija en ella, la escoge como ayudante y un día, como modelo. Y en esa relación entre los dos hay atracción, fascinación y quizás, amor.



En 2003, la novela se transforma en película. Un Colin Firth en estado de gracia hace de Vermeer, y la joven de la perla es una Scarlett Johansson, un poco jadeante para mi gusto, pero que responde al tipo y al encanto imaginado. Ahora, ante nuestros ojos, desfilan escenas de aquella Holanda de 1600 y pico, los trajes, las tabernas, el modo de vida de aquel entonces, recreado todo gracias al poder mágico del cine.

En 2007, en un viaje que hicimos a Holanda ¿cómo no ir a La Haya, al precioso Museo Mauritshuis, un museo pequeño como los que me gustan a mí? Allí está "La joven de la perla", un cuadro también pequeño pero que emociona y sobrecoge, como lo hacen aquellos sueños que se hacen realidad.

En ese momento pensé: "He visto este cuadro en fotos, lo he estudiado en clase, he leído una novela y visto una película sobre él, y ahora estoy viéndolo realmente, no en diferido ¿Me falta algún plano más de la realidad para conocerlo bien?". Y sí, claro que sí. Faltaría un "Ministerio del Tiempo", como ese de la serie que están poniendo ahora en la tele, que me llevara al pasado y pudiera pasearme por el Delft del siglo XVII, con faldones y tocas. Y luego allí, conocer a Vermeer, hablar con él en persona, preguntarle por ella, buscarla, hacerme amiga suya... Sobre todo, saber cuál es la pregunta que asoma en su mirada y tiembla en sus labios.

Pero ni aun así. Nunca conoceríamos todo sobre ellos ni sobre nadie. Pueden mentirnos, pueden comportarse como mandan los cánones y no como manda el corazón, pueden dejarnos fuera. Al final, "tanto bregar" y ¿saben que es lo último que he sabido de ella? Que tal vez ni siquiera existió y fuera un tronie ("rostro" en holandés), una composición inventada por el pintor, hecha sin intención de hacer un retrato y solo para demostrar su pericia. Y tampoco la perla sería tal perla, dicen, sino un pendiente de plata pulida o una esfera de cristal veneciano barnizado. Así que ni hay joven ni hay perla. Decididamente, ya los símbolos no son lo que eran.

Pero, cada vez que la contemplo, me pongo en plan Casablanca y me digo que siempre nos quedará la paz que irradia el cuadro y esa pregunta sin respuesta, apenas formulada, apenas entrevista, en el fondo de unos ojos que nos miran a través de los siglos.

lunes, 14 de marzo de 2016

Oídos sordos



Una de las miserias de cumplir años es irse quedando sorda, un inconveniente que se une a los fallos de visión, a los alimentos que ya no se pueden comer o beber, a las cimas que no se pueden coronar y a tantas majaderías de esta edad que no perdona. 

lunes, 7 de marzo de 2016

¡Al rescate!



Hay semanas chungas en las que los contratiempos de la vida te sacuden. "El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. / Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros". Hay semanas en que te duelen palabras y gestos; o en las que seres que quisiste se van para siempre con su séquito de lágrimas. Hay semanas en las que quieres consolar y que te consuelen. Semanas tristes.

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