lunes, 26 de enero de 2015

¡Qué pelete!




En estos días en mi isla el tema preferente de conversación no ha sido ni que Repsol haya reculado en las prospecciones, ni que los carnavales estén ya al caer. No, no, el tema -el trending topic, para que vean qué puesta estoy en el lenguaje de las redes sociales- ha sido el frío inclemente que se nos ha metido hasta el tuétano, el pelete, el biruje, el grajo que vuela bajo.

lunes, 19 de enero de 2015

Volare, oh, oh...




Cuando leí hace poco que en el Aeropuerto de Barajas vivía un montón de personas sin hogar, me pareció hasta lógico ¿No es un lugar público? ¿No lo pagamos entre todos? Pues para que estén muriéndose de frío debajo de un puente (otro lugar público), mejor que estén allí, calientes y con servicios.

lunes, 12 de enero de 2015

La risa, lenguaje del alma




Mi amiga Conchi me hizo hace un tiempo un regalo especial y distinto, el recuerdo, que le contó su tía Ina, de una escena vivida por mis padres en un tiempo en el que yo aún no había nacido: una reunión de amigos un día de fiesta y ocio en el Monte de las Mercedes. Entre comidas, charlas y canciones, mi madre -joven (21 años) y embarazada de mí- se sube riendo a un columpio grande que existió mucho tiempo en el Llano de los Viejos. Mi padre, temeroso, le pide que se baje, pero ella no le hace caso y sigue columpiándose gozosamente en el aire mientras ríe a carcajadas. Ina, 67 años después, todavía se acuerda de esa risa, sana y liberadora, de mi madre, y su eco todavía resuena también en mi memoria.

Algo debe haberme transmitido a mí, al proyecto de bebé que en ese momento se columpiaba con ella, porque nunca me he tomado a mí misma demasiado en serio. Igual que dijo Camus, "el sol que brilló sobre mi infancia me curó de todo resentimiento".

En el colegio, los curas que nos daban las charlas en los ejercicios espirituales nos pintaban todo un mundo infernal de terrores espeluznantes, queriendo transmitirnos la idea de que, al menor pecado, ya sobrevendría el llanto y el crujir de dientes. Pero yo siempre me acordaba en esos momentos de la película "Pollyanna", en la que la niña (Hayley Mills) le dice al cura iracundo (Karl Malden) que en la Biblia hay 800 versículos que hablaban más de la alegría que del temor. Y siempre, después, me atrajeron los autores que usaban el humor como arma y seducción: Jardiel, Wodehouse, Wilde, Cervantes, Kennedy Toole, Sharpe, Mendoza, Austen...

Siguiendo a María Zambrano que, tan filósofa ella, decía lo de "vamos a ser serios del modo más alegre", el humor y los humoristas siempre se han reído de todo lo divino y lo humano, vacilando con las cosas más serias del mundo. Con la crisis ("-¿Qué te ha dicho el psiquiatra? -Que si le podía dejar 20 euros"  de Forges); con el hambre (Escobar con Carpanta y sus pollos); con la muerte (véase Nieves Concostrina y sus libros "Polvo eres..." y "... Y en polvo te convertirás"); con la guerra (Gila y su "¿Es ahí la guerra? Que vengo por lo del anuncio del periódico..."); con la paz ("Hablaban de paz y se daban grandes estacazos con ramos de olivo" de El Roto); con las dictaduras (Franco sujetando una urna y diciendo: -¿Veis? Aquí están las urnas. -¿Y las papeletas? -¿Veis como se os da la mano y os tomáis el brazo? de Sir Cámara); con Dios ("Mándanos, Señor, agua para los campos. Pero con cuidado que siempre te pasas", Máximo); con Mahoma (tapándose la cara con las manos y diciendo: "¡Qué duro es ser amado por gilipollas!", de Cabu, uno de los humoristas asesinados estos días)...  En estos tiempos de convulsión y tristeza, basta una metedura de pata de algún personaje, una abdicación o un nuevo rey, cualquier pequeño Nicolás o evento famoso, para que al instante las redes se llenen de chistes y juegos de palabras. La risa y la imaginación al poder.

Por eso, porque el hombre es el único animal capaz de reír y sonreír, porque la risa es el lenguaje del alma (Neruda) y está grabada en nuestros genes -igual que en los míos la risa de mi madre-, es por lo que nos ha horrorizado tanto esta semana pasada la acción antinatura de los fanáticos contra los humoristas de "Charlie Hebdo". Igual que el monje que, en "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, justifica crímenes para impedir que se conozca un tratado de Aristóteles sobre la comedia, los intolerantes, los dictadores, los poseedores de "la verdad" no soportan el humor y matan, persiguen y amenazan porque la risa, el más humano de los derechos, libera al hombre de sus miedos. 

Cuando este verano el viceprimer ministro turco dijo en un discurso que la risa en las mujeres era un pecado indecoroso, la reacción de miles de mujeres turcas fue difundir masivamente fotos suyas riéndose a carcajadas. Ojalá pudiéramos ahora hacer lo mismo y no sucumbir ante el dios del miedo. Ojalá que, en medio de la tristeza, la risa y el humor sigan siendo, como dice Manuel Rivas, una estrategia curativa del dolor.



(El diseño de la frase de María Zambrano es de Virginia Manzano, que hace con los lápices lo que quiere. Lo presentó bajo el título "Un mantra para hoy y para todos los días..." en su sorprendente blog)

lunes, 5 de enero de 2015

No nos queda nada




Una de las experiencias que mi amigo Juancho y yo hemos compartido -aparte de ser compañeros de trabajo y amigos durante muchos años- es la subida en Las Cañadas a la Degollada de Guajara, esa montaña escarpada que, en aquella excursión, debíamos coronar para después bajar al insólito e increíble Paisaje Lunar de Vilaflor. Como Juancho siempre ha sido ágil y buen escalador, llegó antes que todos nosotros a la cima. Y desde allí se quedó sentado, viéndonos a todos los que, afanados, nos agarrábamos, resoplando, a las rocas con manos, pies y hasta dientes, mientras nos decía a grito pelado: "¡No les queda nada!".

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