Una de
las cosas más tristes a las que la desaparición de los seres queridos te
enfrenta es a recoger la vida material que dejan, los objetos personales –sus trajes,
sus perfumes, aquel cuadro que compró en un viaje porque le hizo ilusión, el último
libro que leía, con su marcador en la página 100… En fin, todo lo que se va
acumulando en una casa y que arropa a las personas.
lunes, 30 de diciembre de 2013
lunes, 23 de diciembre de 2013
¿Cómo que no has estado en Granada?
Si
volviera a nacer, me pediría ser un viajero con muchos idiomas en la mochila.
Me encantan los viajes. Son, para mí, un paréntesis en la vida diaria, un
permiso para asomarte a otras formas de caminar por el mundo, una gozada. Y no
crean que esto es una apreciación universal. Mi marido, sin ir más lejos,
cuando vamos a subir al avión, mientras que yo llevo puesta la sonrisa de
expectación y de “¡Ya estamos en danza otra vez!”, suspira por su casita y dice
resignado: “¡Que necesidad!”.
Así y
todo, aunque no hemos cruzado el charco (todo se andará), me lo he llevado por
Europa hasta las islas de Arán por el oeste y a la lejana Estambul por el este.
Hemos recorrido las 8 islas y todas las regiones de España. Pero no había ido a
Granada. Mis hijos, mis hermanos, mis amigos, mis alumnos, ¡hasta mi marido!,
todos han estado en Granada y me miraban con ojos como platos: “¿Cómo que no
has estado en Granada?”.
¿Quién
no conoce Granada? Agustín Lara volvió su cantar gitano para ella. Washington Irving, en sus “Leyendas de la Alhambra ”, habló de ejércitos
moros dormidos bajo tierra esperando una hipotética reconquista, de princesas
agarenas que se escaparon, enamoradas, con caballeros cristianos, de tesoros
escondidos y hallados por un jardinero de la Alhambra. Manuel
Machado la vio como “ese agua oculta que llora” y Lorca me descubrió los dos ríos
de Granada que “bajan de la nieve al trigo”. Y todo el mundo conoce los versos
del poeta mexicano Francisco de Icaza:
“Dale
limosna, mujer,
que no
hay en la vida nada
como la
pena de ser
ciego en
Granada”.
Y, por
fin, esta semana pasada he estado en Granada.
Y he
descubierto la Granada
mora: el Castillo Rojo –que eso es lo que significa “Alhambra”-, ese libro
abierto en sus paredes en las que se repite el lema de los nazaríes, “El único
victorioso es Alá”; los materiales -cerámica, estuco, mármol
blanco de Macael, madera y agua- de sus salas y jardines; la sala en la que Boabdil invitó, encerró y
mandó decapitar a los 36 caballeros abencerrajes, sabedor de que uno de ellos
era el amante de su favorita; las callejuelas del Albaycín; las tiendecitas y
teterías de la Alcaicería
y la Calderería ;
la Puerta Elvira ;
la llamada del muecín, que oí dos veces a la caída de la tarde; una cena en un
carmen viendo la Alhambra
iluminada…
Y la Granada cristiana. No sólo
las iglesias, la Catedral ,
la Capilla Real ,
la Cartuja ,
tan magníficas que no sabes describirlas, sino también un coro y su orquesta
cantando el “Adeste fideles” en Las Angustias, o el Colegio de las Niñas Nobles
o el pionono ¿Quién le iba a decir al Papa Pío IX que lo recordarían, más que
por lo que pudo hacer en su papado, por un dulce inventado por un pastelero
granadino? Que, por cierto, dejó, al morir, su receta secreta a su enfermero, cambiándole la vida.
Y la Granada gitana, que se
asoma en la señora mayor con pantuflas –podría ser mi abuela-, que toca las
castañuelas acompañando a su nieto en el Mirador de San Nicolás; en el
cante flamenco; en el particular modo de vida del Sacromonte.
Pero,
sobre todo, la Granada
viva. La Torre
de la Vela ,
donde las chicas solteras van a tocar la campana el 2 de enero, aniversario de
la toma de la ciudad; la luz de estos días navideños; el fondo de la nieve en
el Mulhacén; el rumor del agua, la música de la ciudad; los mercados
multicolores; las tapas que te sirven gratuitamente con cada vinito; las calles
y plazas llenas de gente: Recogidas, Puerta Real, Gran Vía, Bibrambla, el Paseo
de los Tristes donde se despedía a los entierros (y, paradójicamente, tan
alegre) o la calle de La Colcha
(“Eres más delicado que la calle de La Colcha ”, dicen los granadinos, recordando que los
callaos que la tapizan y adornan se levantaban por menos de nada).
He podido
después de tanto tiempo atisbar algo de lo que es Granada, lo suficiente para
que me queden ganas de volver. Y también lo suficiente como para que, cada vez que
me encuentre con alguien que no la conozca, lo mire con asombro y suficiencia y
pueda decirle: “Pero ¿cómo es posible que no hayas estado en Granada?”
(Para Ana, mi amiga granadina, que me enseñó Granada como nadie)
lunes, 9 de diciembre de 2013
Que decidan las margaritas
Esta es
la frase de esta semana en el Cartel de la Autopista. Para
los que no lo sepan, tenemos en la isla un poeta, Anoniman, que cada semana desde hace años se toma la
molestia de poner un pensamiento en un cartel, que hace sonreír y pensar a los
que pasan (“En tu espejo soy guap@”, “Apagar el móvil eleva la mirada”, “La
locura lo cura”, “Menos guasap y + venaverme”, “Dormir no me quita el sueño”…)
Los habituales que van desde el Norte a Santa Cruz ya llevan de antemano la
sonrisa puesta y la expectación en los ojos.
martes, 3 de diciembre de 2013
Dar gracias
Nos han invitado un amigo americano y su mujer este domingo a una comida de Acción de Gracias que llevan celebrando hace más de 20 años en Tegueste, en la preciosa casa de Juan y Carmen, unos amigos comunes, y a la que yo he acudido por primera vez con la curiosidad de una neófita.
Por
supuesto, allí estaba todo lo típico de la celebración norteamericana: el pavo,
las frutas del relleno, la salsa de arándanos, la tarta de calabaza… Pero
también estaban las risas y la complicidad de los que se conocen desde hace
tiempo, un curioso y divertido concurso-test, con premio incluido, a los
invitados para ver cuánto sabían del evento y las palabras del anfitrión
recordando aquel hecho lejano, cuando los peregrinos del Mayflower y los indios
se reunieron para compartir una primera comida, allá por 1621, celebrando que
las cosechas estaban salvadas y que estaban vivos.
Los
americanos, tan amantes de las tradiciones y tan exagerados, han magnificado el
hecho de tal manera que son capaces de atravesar medio mundo para estar junto a
la familia ese Día, el ultimo jueves de noviembre (son como los palmeros con la Bajada de la Virgen ). Tengo una amiga,
ahora en Michigan, que en la semana pasada ya ha asistido a cuatro comidas de
Acción de Gracias y que dice que por el momento no le nombren más al pavo, por
favor.
Pero
los seres humanos, desde siempre, se han reunido para agradecer el fin de las
cosechas, el fin de una sequía, de una inundación o de cualquier catástrofe que
los amenace. Y es que la gratitud va más allá de dar las gracias como nos
enseñaron nuestros padres cuando éramos pequeños –“Niña, ¿qué se le dice a Doña
Francisca, que te ha dado ese regalo tan bonito?” “Gracias, Doña Francisca…
(por este engendro horroroso de jarrón tornasolado que a ver para qué lo quiere
una niña de 10 años)”-. La gratitud es un reconocimiento de nuestra indefensión
y dependencia de los demás. Y es también un acto de aprecio a lo que los otros
–o Dios, o los santos, o la Divina
Providencia , o la vida, según las creencias- han hecho por
nosotros. Y de esos actos de agradecimiento han salido fiestas, con sus
correspondientes flecos económicos, cuyos orígenes religiosos se pierden con el
tiempo, procesiones, romerías, celebraciones y hasta iglesias levantadas en
honor de santos y vírgenes que han protegido al indefenso.
Aunque,
aquí entre nosotros, yo estoy más de acuerdo con otro americano, Benjamín
Franklin, que, una vez que se salvó por los pelos de un naufragio, escribió a
su mujer diciéndole: “Acaso debería aprovechar esta ocasión para prometer
construir una capilla a algún santo; pero si tuviese que prometer algo sería
construir un faro”. A Dios rogando y con el mazo dando.
De
todas formas, hay que dar las gracias, como en ese maravilloso “Gracias a la
vida” de Violeta Parra. Gracias por la vida “que me ha dado tanto”, por estar
aquí compartiendo este, a pesar de todo, hermoso mundo, y por que cualquier
pretexto, aunque sea "peregrino" –cumplir años, reponerte de una enfermedad, jubilarte, que la vendimia
haya producido un buen vino, o el recuerdo de una comida lejana ocurrida en
otro continente siglos atrás-, sirva para celebrar la amistad y la pura alegría
de vivir.
(Foto, con adorno otoñal, del pavo y su relleno)
lunes, 25 de noviembre de 2013
El encantador de serpientes
Una vez
me contaron que un encantador de serpientes en la India hacía subir al son de
su flauta una cuerda por el aire y que, cuando estaba erguida, un niño trepaba
por ella hasta arriba. Pero alguien sacó una foto de la escena y en ella se veían
cuerda y niño en el suelo y la gente, embobada, mirando hacia lo alto. Eso es
lo que significa “encantar”, hechizar con cantos de tal manera que te olvidas
del mundo que te rodea.
lunes, 18 de noviembre de 2013
La Fuga de San Diego y la magdalena
Hace
casi un siglo, en 1919, en la mañana del 13 de noviembre, los alumnos del
Instituto de Canarias, acaso futuros bisabuelos de los que yo tuve allí mismo 70 años más
tarde, se fugaron de clase. Lo hicieron, enfadados, ante la negativa de un
profesor nuevo, Don Diego Ximénez de Cisneros, de dejarlos asistir a una romería,
que existía por aquel entonces, a San Diego del Monte. Lo que ellos no sabían
era que, con ese gesto, inauguraban un sano hábito –“Día de San Diego, fuga
general, las buenas costumbres hay que respetar”, pintaban en las paredes- que
se fue contagiando a la
Universidad , a la Escuela Normal , a los demás institutos de la isla
y, después, a toda Canarias, hasta hoy en que se fugan ese día incluso los de la ESO. Así nacen las
tradiciones.
lunes, 11 de noviembre de 2013
El Tour Moore y los cubiletes
Anda
por las redes una “propuesta” de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía de darle
a cada niño 3 cubiletes para conocer su nivel de comprensión. Uno, rojo, que
pondrían sobre su pupitre si no se enteran de nada; otro, verde, si lo cogen
todo a la primera; y uno, amarillo para los que lo capten a medias. El
resultado del experimento en una clase es el siguiente:
-
Maehtro, ¿er cubilete amarillo pa qué eh?
-
Maehtro, er Yozua ma quitao loh cubileteh.
-
Maehtro, la Yeni
eh una empollona, que ziempre tiene er cubilete verde.
-
Maehtro, me zan perdío loh cubileteh, ¿puedo ir ar zervicio?
-
Maehtro, zi zaco er cubilete verde, ¿maprueba?
-
Maehtro, mira cómo toco la batería con loh cubileteh.
-
Maehtro, er Crihtian ma escupío en er cubilete.
-
Maehtro, yo lo primero lo he entendío, pero aluego no… ¿qué cubilete
pongo?
-
Maehtro, zi traemoh loh cubileteh, ¿hay que traé también er libro?
-
Maehtro, yo er cubilete roho no lo pongo, que me disen zurnormá.
lunes, 4 de noviembre de 2013
Tinieblas
Otoño
llega con su acompañamiento de hojas arrastradas por la lluvia, de noches
tempranas y de fiestas oscuras. Halloween, Todos los Santos y finados se rodean
de misterio y llamadas a las puertas del Otro Mundo, haciéndome remontar a
noches en las que se apagaban las luces de la casa, y se encendían, flotando en
cuencos llenos de aceite, lamparillas (“palomitas” las llamábamos, o acaso
“mariposas”) por cada miembro que hubiera muerto de la familia.
martes, 29 de octubre de 2013
La vida normal
Mis
consuegros, cuando ya eran abuelos, se liaron la manta a la cabeza, vendieron
su piso del centro de Santa Cruz y se fueron a vivir a una finca en
las montañas de Anaga. Este domingo los cazadores de la zona nos han invitado,
a ellos y a nosotros, a una parranda para celebrar el fin de la temporada de
caza.
La cosa
fue en un pajero perfectamente equipado para eventos de este tipo: suelo de
tierra y palmas por encima por si al cielo le diera por abrirse en estos
comienzos del otoño. Y, dentro, grandes mesas y fogones donde comer y cocinar
un montón de viandas: carnes, garbanzas, paellas enormes de perdices y conejos,
tartas descomunales… Un vinito de la tierra colándose por los gaznates y luego
una guitarra, un acordeón y una sandunga –ese palo que arranca música a una
lata de aceite y a unas chapas- y muchas
voces para celebrar la amistad y la afición compartida. Y, por un lado, una
chica se lanzaba a cantar con voz clara lo de:
“A los
hombres los comparo
con los
gatos mamelones
que teniendo
carne en casa
salen a
cazar ratones”
Y más
allá otro cantaba, inventándose letras para la ocasión:
“Tengo
la garganta ronca
y ya sé
por qué será:
perdices
que no cazamos
me dan
ganas de llorar”.
No
conocía a nadie de las casi 30 personas que había allí pero nos invitaron,
generosos, a compartir su comida y su bebida, a cantar juntos el “yo no me
caso, compadre querido” y a participar en un momento especialmente grato de su
vida normal.
La vida
normal. Hace poco leí una entrevista a Malala Yousafzai, la niña a la que los
talibanes, robándole la infancia, tirotearon por defender la educación
igualitaria. Malala ha vivido una vida atroz, entre el hambre y el desprecio a
los derechos humanos. Pero a ella le gustaba ver los DVD de Betty la Fea , “pensar en otro mundo
donde el mayor problema era la moda, quién viste qué ropa, qué sandalias, qué
color de lápiz de labios usa tal chica…”.
La vida
normal. Agatha Christie se casó con un arqueólogo, Max Mallowan, que sacó a la
luz la antigua ciudad de Nimrud, la capital militar de Asiria. Pero, mientras
que todo el mundo se extasía cuando en unas ruinas arqueológicas aparecen
coronas, copas de oro, un sepulcro real…, para Agatha el verdadero interés es
la respuesta a la pregunta “ven y dime cómo vivías”, respuesta que te llega desde
el fondo de la tierra excavada: “estos eran nuestros pucheros”, “con estas
agujas de hueso cosíamos nuestras ropas”, “en este pequeño pote están los cosméticos”,
“este era nuestro cuarto de baño”, “aquí, en esta vasija, están los pendientes
de oro de la dote de mi hija”…
Cuando
echamos una mirada a los periódicos -espionajes digitales entre dirigentes, países
en guerra, diásporas, viceministerios de la Suprema Felicidad
Social…- , parece que hablan de otro tipo de vida, no de esta en la que uno se
levanta por la mañana, se desayuna, se busca la vida, ama, sufre o ríe, va a la
compra, habla con los demás y celebra lo que hay que celebrar, aunque sea en un
chamizo de los montes de Anaga.
La vida
normal. No hay persona en el mundo que no aspire simplemente a esto. Incluso cuando,
como ayer, haya en ella cortes de luz
durante todo el día y me haya impedido, como todos los lunes, hablar con
ustedes de la vida normal.
(Las fotos son de los Montes de Anaga desde la finca de mis consuegros y la sandunga, instrumento típico donde los haya. No ha entrado en la Filarmónica por un fisco)
(Las fotos son de los Montes de Anaga desde la finca de mis consuegros y la sandunga, instrumento típico donde los haya. No ha entrado en la Filarmónica por un fisco)
lunes, 21 de octubre de 2013
A jecho
“A
jecho” es una expresión canaria que quiere decir algo así como “sin hacer
distingos, a lo que te toque”.
lunes, 14 de octubre de 2013
Canción de cuna
“Adiós,
mundo cruel” cantaba Enrique Guzmán allá por los días de nuestra juventud. Y a
pesar de la alegría con la que lo secundábamos y de la melodía pegadiza, es una
verdad como un templo que éste es un mundo cruel. Vivimos protegidos en la isla
amable de lo cotidiano, pero ahí fuera convivimos con los crímenes
inexplicables, con las extorsiones al Grupo Delorean en México (esas 30 horas
de pavor), con los niños robados en la cuna, con la violencia en países
(Egipto, Siria, Somalia…) hechos para vivir en paz bajo el sol.
lunes, 7 de octubre de 2013
El Palo
En La Graciosa , en la Caleta del Sebo, hay un
banco llamado por todos El Palo, donde se han sentado desde siempre los viejos
y no tan viejos, tocados con su sombrero graciosero, a ver pasar el mundo y a
hablar sobre él.
lunes, 30 de septiembre de 2013
Las bicicletas no son para el verano
Sí, sí,
ya sé que las bicicletas son ya la imagen del siglo XXI, que nos sumergen en
los territorios inexplorados de las ciudades que no recorreríamos con los
pestilentes coches. Ya sé que desde hace 150 años (Ernest y Pierre Michaux
hicieron las primeras en 1860) es el medio de transporte más ecológico, sano y
sostenible.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Esto es amor
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso.
lunes, 16 de septiembre de 2013
Historias de Los Sauces: la historia de la Miss
El
Charco Azul, en Los Sauces, es de los que crean adicciones inquebrantables.
Podrán hacerles playas al lado, en Puerto Espíndola, podrán montar piscinas
naturales y más grandes en La
Fajana , pero los que se han criado bañándose en sus aguas,
claras y frías, entre espumas de olas retumbantes, le permanecerán fieles por
siempre jamás. Y es que este rincón, a ratos apacible, a ratos sacudido por ese
mar del norte que te limpia hasta el aliento, tiene una cualidad especial: es pequeño,
hecho al tamaño de un pueblo y sus habitantes.
lunes, 9 de septiembre de 2013
Las papas escarrapuchadas
Me lo
contó mi padre que, de chico, con 10 años, acompañó una vez a mi abuelo a Garafía
desde Los Sauces. Mi abuelo, además de poeta, era carpintero y contratista de
obras y, cuando le salía un trabajo en algún pueblo de La Palma o en otra isla, él,
que tenía el alma nómada, allá que se iba, muchas veces arrastrando a familia y
enseres. Esta vez, sin embargo, la cosa era más sencilla aunque el destino
fuera Garafía.
lunes, 2 de septiembre de 2013
lunes, 26 de agosto de 2013
Si madrita lo supiera...
En
Adeje, años 50. A
un indiano le robaron unas joyas y la Guardia
Civil detuvo a dos hermanos gomeros, de aquellos temporeros
que se contrataban para la zafra de las fincas de tomates del sur de la isla.
Dos niñas, entonces de 6 y 7 años, los vieron llegar al cuartelillo que estaba frente
a la casa de su abuelo, en la que veraneaban. Y durante días estuvieron escuchando
el “hábil interrogatorio” al que los sometieron.
lunes, 19 de agosto de 2013
Mis rivales
Resulta
sumamente curioso que yo, que no soy especialmente amante de los animales,
tenga mi casa que parece el arca de Noé. Entiéndaseme. Me gusta ver llegar de
los viajes, planeando como flechas hacia el tablero, a cualquiera de las 160
innominadas palomas mensajeras de mi marido; le hago religiosamente la comida
todos los días a nuestro perro Rebo
(llamado así porque se lo regalaron a mi hermana, no lo quiso y nos vino a
nosotros “de rebote”); e incluso he mantenido una educada conversación con una
de las 5 gallinas ponedoras (Clara, Yema,
Cascarilla, Matilda y Carlota)
que mis hijos le han regalado a mi marido por su cumpleaños. Bueno, una
conversación con una gallina no trata evidentemente sobre el materialismo dialéctico.
Se limitó por su parte a un “¿Cloc?” y por la mía a un “¿Qué haces tú aquí en
el patio? ¡A la huerta!”, pero fue una conversación al fin y al cabo.
lunes, 12 de agosto de 2013
Historias de Los Sauces: la historia del maestro Ambrosio
Todos
los de mi generación oíamos, siempre que encontráramos la frecuencia, perdida a
menudo entre interferencias, Radio Pirenaica. Fue la más famosa de las emisoras
clandestinas que, de 1941 a
1977 y desde lugares tan lejanos como Moscú y Bucarest, nos contaba, salvando
la censura franquista, lo que realmente pasaba en el mundo y en España. La
dirigía el Partido Comunista pero se nutría, sobre todo, de los miles de cartas
que los oyentes mandaban.
lunes, 29 de julio de 2013
La Cruz de la Trompetona
Estaba
el otro día engalanándome para ir a una cena –ya saben, que si un collar por
aquí, que si un anillo por allá, que si zarcillos, que si dos o tres pulseras…-
cuando oí desde los celajes la voz de mi madre: “No te pases, que a ver si vas
a parecer la Cruz
de la Trompetona ”.
lunes, 22 de julio de 2013
De paseo con las musas
Una de
las consecuencias lógicas y previsibles del “gen coleccionista” es la
existencia de los museos. Si no hubiera habido personas a las que les dio por
llenar su casa de cuadros, minerales, mariposas con alfiler atravesado, vasijas
de barro o esculturas, la mitad de los museos no habría existido y eso es algo
que nos habríamos perdido.
Sin ir más lejos, mi antiguo Instituto, el IES Canarias Cabrera Pinto, tiene un museo formado por todas las colecciones que sesudos profesores o sus descendientes fueron donando cuando ya no podían ni caminar por los pasillos de su casa sin que se encontraran un avestruz disecado, un suponer. Y esta semana pasada, que me fui con mis amigas del colegio a hacer eso tan recomendable que es hacer turismo en tu propia tierra, fuimos a ver el Museo del Hombre en Santa Cruz, en el que también hay momias, cacharros, collares, piedras de molino… que muchos caminantes fueron encontrando en las cuevas y barrancos de nuestra isla, y que, ante el dilema que les planteó el cónyuge (¡O tus cachivaches o yo!), optaron por hacer una generosa donación al Museo. Lo cual fue una suerte, si lo piensan, porque gracias a eso descubrimos cómo vivían y cómo morían nuestros ancestros.
Sin ir más lejos, mi antiguo Instituto, el IES Canarias Cabrera Pinto, tiene un museo formado por todas las colecciones que sesudos profesores o sus descendientes fueron donando cuando ya no podían ni caminar por los pasillos de su casa sin que se encontraran un avestruz disecado, un suponer. Y esta semana pasada, que me fui con mis amigas del colegio a hacer eso tan recomendable que es hacer turismo en tu propia tierra, fuimos a ver el Museo del Hombre en Santa Cruz, en el que también hay momias, cacharros, collares, piedras de molino… que muchos caminantes fueron encontrando en las cuevas y barrancos de nuestra isla, y que, ante el dilema que les planteó el cónyuge (¡O tus cachivaches o yo!), optaron por hacer una generosa donación al Museo. Lo cual fue una suerte, si lo piensan, porque gracias a eso descubrimos cómo vivían y cómo morían nuestros ancestros.
Los
Museos deben su nombre a las Musas, aquellas señoras de la antigüedad griega
con nombres sonoros y musicales: Talía la festiva, Euterpe la muy placentera,
Calliope la de bella voz, Clío la que ofrece gloria, Erato la amorosa, Polimnia
la de muchos himnos, Melpómene la melodiosa, Terpsícore la que deleita en la
danza y Urania la celestial.
De la
mano de ellas, los museos del mundo nos muestran las cosas preciosas que los
artistas han hecho bajo su inspiración: Nefertiti y su cuello grácil en Berlín,
la noche estrellada de Van Gogh en Ámsterdam, le Moulin de la Galette de Renoir y la Victoria de Samotracia en
París, el rapto de Proserpina de Bernini en Roma, la Venus de Willendorf en
Viena, las pinturas de Picasso y Miró en Barcelona, el encanto de la joven de
la perla de Vermeer en La Haya …
Hace
poco mis nietos han visitado por primera vez el Museo del Prado. Sería mucho
pedir que se extasiasen ante “El jardín de las Delicias” de El Bosco, como hice
yo cuando fui a estudiar a Madrid. Pero les pregunté “¿Qué fue lo que más te
gustó?” y el Terro (8 años), sin dudarlo, dijo:
- “El
lavatorio de pies”.
-
¿”El lavatorio de pies”? ¿Y quién lo
pintó?
- Tintoretto
–ni se lo pensó.
- ¿Y
por qué te gustó?
-
Porque está en 3D, está chulísimo.
- ¿Y
alguna más?
- ¡Las
Meninas de Velázquez! Y, cuando salimos, me compré un clic de Durero en el que
él está pintando su autorretrato.
Susanita
(9 años, casi 10), que está más en los mundos de Yupi pero a la que le gusta
mucho pintar, a mi pregunta contestó que le había gustado mucho uno de una
chica con fondo azul y suelo de madera,
tan real –me dijo- que parecía una foto. “Ah, y uno de la familia de un rey.
Era de Goya. Vimos un montón de cuadros de Goya. Y a la salida me compré una
pluma de ave que escribe de verdad”.
Yo no
sé ustedes, pero a mí que mis nietos, a una edad en que yo no había visto un
museo ni por el forro, me nombren a Tintoretto, a Velázquez, a Durero y a Goya
como si los conocieran de toda la vida, qué quieren que les diga, me
emociona Y, en estos tiempos que corren
de maquinitas y comecocos, me llena con la esperanza de que tal vez podamos –si
nos dejan, si lo cuidamos, si valoramos la sensibilidad y el saber mirar…- ir
hacia delante y llegar a un lugar donde nos bendigan las Musas.
(En la imagen, "Musas bailando con Apolo" de Baldasarre Peruzzi, de la escuela de Rafael)
lunes, 15 de julio de 2013
La gota de agua que horada la piedra
Ahora
que el pobre Nelson Mandela está agonizando y todos los periodistas ha tiempo
que tienen preparadas sus necrológicas, que ya es ser cenizos, he leído en el
periódico un elogio- por lo menos, en vida- que de él hace Mario Vargas Llosa. Vargas
Llosa califica a Mandela, en sus esfuerzos por convencer a la minoría blanca de
Sudáfrica de que estaban equivocados, como “la gota de agua que horada la
piedra”. Lentamente, despacio pero sin pausa, Mandela, durante años, fue abriéndose
puertas, derribando torres de desconfianza y temor, rompiendo prejuicios,
imponiendo su tesis de que la lucha pacífica sería la vía más eficaz para
romper el apartheid.
lunes, 8 de julio de 2013
Pues ya usted ve...
Mi
amiga Conchi es la amiga más antigua que tengo, la que venía a mis cumpleaños
desde antes de empezar el colegio y una de las pocas que guarda memoria de los
merengues de mi abuela. Por eso de tener 6 meses más que yo y nacer en distinto
año, le tocó un curso superior al mío, pero eso no fue obstáculo para seguir juntas
yendo y viniendo en el camino desde el colegio a casa, mientras me contaba con
pelos y señales (siempre fue una excelente narradora) la última película,
novela o cuento que había visto o leído.
lunes, 1 de julio de 2013
Esa mala costumbre de fisgonear
Los que
disfrutábamos de las novelas de John Le Carré y de las películas de James Bond
pensábamos que, con el final de la guerra fría, aquellas aventuras de espías
sofisticados y llenos de artilugios para fisgonear al otro habían pasado a la
historia. Y mira por dónde ahora están más que nunca en el “candelabro”, que
diría la Mazagatos. Que
si Método 3; que si se espían entre los del mismo partido; que si, en la cumbre
del G-20, el Gobierno inglés, tan hospitalario él, al mismo tiempo que ofrecía
banquetes a sus invitados, se empapaba en secreto de sus comunicaciones, así
fuera una llamada a la tintorería; que si Snowden, que si Assange, que si
Google y Facebook están al servicio de la Agencia Nacional de Seguridad
americana… (¡Cielos! ¿Estarán leyendo esto? ¡Qué emoción!).
lunes, 24 de junio de 2013
La estiradera
Los
niños de ahora no saben hacer una estiradera, estiladera, tiradera, tirachinas
o como se diga. No tienen las ganas, ni la paciencia, ni la ilusión para ello.
Pero hace falta tener al menos alma de niño, pensó Antonio, para a sus 65 años ponerse
a hacer una. Y que no es fácil ¿eh?
lunes, 17 de junio de 2013
Una simple tarjetita
Todos
alguna vez en la vida nos hemos hecho la pregunta “¿Qué hubiera pasado si…?”.
Si aquella vez hubiera elegido diferente, si hubiera dicho sí en lugar de no,
si no hubiera estado precisamente en aquel lugar y en aquel momento… La vida se
nos plantea como uno de esos tableros que de niños nos ponían: ¿Cuál es el
camino que debe seguir el oso para llegar a su madriguera? Y, entre todas las posibilidades, unas no
conducían a nada y otras conducían a sitios no deseados.
lunes, 10 de junio de 2013
Fantasmas de La Laguna
Hay un
cuento de Valle Inclán titulado “El miedo” en el que el narrador, un Granadero
del Rey, habla de la única vez en que sintió “ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el
verdadero escalofrío del miedo”. Estaba solo en una capilla húmeda,
tenebrosa y resonante esperando a que viniera el Prior de Brandeso a confesarlo
cuando oye, en el silencio del lugar, dentro de un sepulcro, el entrechocar de
los huesos del esqueleto enterrado y “el
hueco y medroso rodar de la calavera sobre su almohada de piedra”.
lunes, 3 de junio de 2013
Historias de Los Sauces: la historia de Gabriela
Gabriela
se acuerda del día en que, siendo niña, el tío Eusebio, un hombre serio y
autoritario, al que ella tenía un pánico enorme, la mandó a buscar agua a la
fuente de Marta y para ello le dio un cesto. Gabriela recuerda su desconcierto
¿Un cesto? Es imposible llenar un cesto de agua ¿Será una broma? Pero el tío
Eusebio nunca bromeaba y su mirada, impaciente y fija en ella, lo demostraba. Temblando
cogió el cesto y vio que estaba tapizado de hojas de col. Ni una sola gota de agua se derramó cuando
volvía, de prisa y casi saltando, por el camino bordeado de ñameras. Entonces
comprendió que hay cosas que a primera vista parecen imposibles y que no lo
son.
lunes, 27 de mayo de 2013
Gente de paz
Yo nací
y crecí en un mundo de puertas abiertas. En los pueblos de mis veranos
infantiles e incluso en la casa de mis abuelos en La Laguna la puerta de la casa
siempre estaba abierta. Si la casa era de confianza, entrabas como quien pisa
terreno comunitario y acogedor. Si no, uno se acercaba al zaguán y gritaba, por
ejemplo: “¡Agustiiiina!”, y allá en el fondo, entre ruidos de cacharros de
cocina, se oía la voz de la tal Agustina: “¿Quién eeees?”.Entonces uno decía:
“¡Paz!” y entraba. A mí siempre ese “paz” me intrigó de chica hasta que
descubrí que lo que realmente queríamos decir con ese salvoconducto era “Somos
gente de paz”.
lunes, 20 de mayo de 2013
Lo que las piedras cuentan
En mi
jubilación me estoy dedicando a la investigación, tal que si fuera una Madame
Curie en sus años mozos. Como lo oyen. Y a la investigación por Internet nada
menos, que ya hasta manejo Google como
si fuera la minipimer (vale, es un farol, pero casi). Estoy metida en Facebook en un grupo, divertido y adictivo, llamado “Lo Que Las Piedras Cuentan” (LQLPC).
Lo dirigen dos sabios, Melchor y Agustín –los “Olímpicos” o “Los Que Vigilan Las
Piedras”- que han establecido unas normas generales, las “Normas del Conejo
Frito y las Cuartas de Vino” (porque es generalmente en comidas ante estas viandas
cuando se les ocurren las mejores y, a veces, más maquiavélicas ideas).
lunes, 13 de mayo de 2013
El día del eclipse
Yo,
después, he visto muchos eclipses parciales de sol y de luna pero no me olvidaré
nunca de que el primero que vi, el 2 de octubre de 1959 a las 11 horas y 42
minutos de la mañana, fue un eclipse total de sol, un espectáculo único que aquí,
en Canarias, no se volverá a ver hasta el año 2187.
lunes, 6 de mayo de 2013
Guantanamera canaria
¿Recuerdan
la estupenda “Guantanamera” de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, una
película cubana que no gustó nada a Fidel por lo que tenía de crítica a su
sociedad? Va de un peculiar cortejo fúnebre desde Guantánamo a La Habana para ir a enterrar a
la difunta Yayita, una comitiva delirante que sigue el ahorrativo plan estatal
de traslado de difuntos y que pasa tantas vicisitudes que al final no se sabe ni dónde
está el cadáver.
lunes, 29 de abril de 2013
¿Quién nos ha robado el mar?
Pasas
por la vida a veces tan despistado que no caes en la cuenta, hasta que ya es
tarde, de que te han quitado algo.
lunes, 22 de abril de 2013
Cambio de chip
La última
película de dibujos animados que vi acompañando a mis nietos –ya saben, esa
excusa estupenda que tengo para, en vez de ir en plan intelectual a una de arte
y ensayo, pasármelo pipa en el cine- fue “Los Croods”. Va de una familia de
trogloditas que corre, brinca y casi vuela, en una aventura trepidante y
divertida, sin darse un respiro, de un peligro a otro, de un terremoto a una
erupción volcánica o de insectos y plantas carnívoros a enormes fieras que, a
veces, no lo son tanto. Pero lo mejor son los temas que trata: la sobreprotección
de los hijos, la rebeldía adolescente, el poder de la inteligencia y, sobre
todo, el cambio de chip, personificado en el padre, que cambia su manera de ver
la vida para que, aunque se cometan errores, se intente vivir y no sólo
sobrevivir.
lunes, 15 de abril de 2013
Justin Bieber
Aullidos
desgarradores, gritos lastimeros, desesperación… ¿Una catástrofe nuclear? ¿El
caos? ¿Un cólico nefrítico? ¡No! ¡El último concierto de Justin Bieber! Oigo
por la radio a un padre que estuvo 7 horas chupando cola para comprar una entrada
a su hija mientras ella estaba en el colegio, que eso es amor paterno y lo
demás es bobería; oigo a quien se ha pasado una semana, día y noche, esperando
a ver al ídolo; hay un chico que, entre jipidos, clama: “¡Lo amo, lo amo, lo
amo!”; unas chicas hablan ufanas de que han conseguido arrancarle (no sé si con
las uñas o con los dientes) un trozo de camisa que tratan como si fuera el
Santo Grial; hay quienes se han tatuado el sagrado nombre en las manos y chicas
que, llorando a lágrima viva, gritan: “¡Es lo más grande! ¡Buaaaa! ¡Es la
leche! ¡Me enamora! ¡Buaaaa!...”, todo sobre un telón de fondo dantesco en el
que se alternan berridos, desmayos y crujir de dientes.
lunes, 8 de abril de 2013
Los invisibles
Hace
poco, la noche del 30 al 31 de marzo, la noche del cambio de hora, de madrugada
mientras dormía, alguien me cambió la hora de mi móvil. Sí, es verdad que, al
día siguiente, yo tuve que cambiar la de mi reloj de pulsera y la del reloj de
la cocina, pero en la de mi móvil ya habían intervenido ¡los invisibles!
lunes, 1 de abril de 2013
Tradiciones canarias de Semana Santa
Un
amigo sevillano me decía hace poco que aquí en Canarias no tenemos tradición de
Semana Santa, que lo de las cofradías no levanta pasiones, que no entendemos el
sexappeal capuchino y que nada de nada de saeta al cantar al Cristo de los
Faroles.
lunes, 25 de marzo de 2013
Tocar madera
Con
esta llevo ya 238 entradas al blog. Como me dice mi amiga Milo, mira que te
enrollas. Estábamos el otro día las dos en un guachinche comiéndonos un conejo
frito y, señalándome una silla, me dijo: “Es que serías capaz hasta de hablar
de la formica”.
lunes, 18 de marzo de 2013
Humo negro, humo blanco
Hace poco, en una charla con los amigos, hablando del racismo, una de
mis amigas me preguntó que cuántos
amigos de otras razas tenía yo. Aunque me he pasado toda la vida –en mis clases
de ética y de filosofía, en la educación de mis hijos, en mi trato con los
demás- defendiendo que las características externas no son lo importante en las
personas y que, aunque hayas nacido y te hayas criado en medio de la selva
tropical, son más las cosas que nos unen que las que nos diferencian, no me había
parado nunca a pensar en esa pregunta (yo misma me considera producto del cruce de muchas razas), y me vi después repasando mi vida y haciendo
un ejercicio de análisis para separar, por sus características étnicas, a los
amigos que he tenido.
martes, 12 de marzo de 2013
Descubrimientos y despedidas
El filósofo
Manuel Cruz decía en un artículo hace unos días que la vida transcurre entre
dos franjas de experiencias. Una es la infancia y la primera juventud, que es
el momento de descubrir cosas, cuando somos conscientes de que es la primera
vez que hacemos algo: “este fue mi primer examen de matemáticas”, “es la
primera vez que me enamoro”, “nunca había probado este plato”, “no sabía que
hubiese una música tan bonita”…
lunes, 4 de marzo de 2013
Las Misses que conocí
Sí, sí,
ya sé que por ahí hay un montón de escritos sobre “Los prohombres que conocí” o
“Los escritores que conocí”, e incluso sobre “Los criminales que conocí”. Pero
qué quieren que les diga, una no alcanza tales dotes intelectuales en estos
momentos y de vez en cuando afloran, cual semilla, las lecciones del “Hola” y
nos acordamos de esas veces (pocas, es verdad) en las que nos hemos codeado con
la fama. Que en mi caso fue con tres Misses.
lunes, 25 de febrero de 2013
Historias de Los Sauces: la historia del Pupa y el Moya
Me la
contó Francisco, al que conocí en mis veranos adolescentes en Los Sauces. Entonces él era un niño de 7 años, espigado y de grandes ojos oscuros, que
parecía estar en todas partes a la vez. Cómo casi 50 años después nos conocimos
y nos re-conocimos en aguas de La
Graciosa forma parte de otra historia.
lunes, 18 de febrero de 2013
Oh, l'amour, l'amour...
Esto de
que febrero sea el mes de los enamorados y de que, por todas partes, veamos
anuncios de corazoncitos y lemas como que “el amor está en el aire” en la
publicidad de una agencia de viajes, hace que la cosa vaya calando entre todos.
Hasta en la clase de mi nieto, de 7 años, han hecho un concurso de
declaraciones de amor que el muy camelador ganó con unos versos que dicen: “Yo soy un barquito en medio del mar y tú
eres la estrella que me va a guiar”. Así que ahora, qué remedio, me veo yo
hoy escribiendo sobre el Amor, eso que dicen que mueve el mundo.
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