martes, 27 de septiembre de 2011

Carritos de caramelos


(Carrito Adrián en la Plaza de España de Santa Cruz . Foto cedida  por su nieto Adrián IR y publicada en "Fotos antiguas de Tenerife a. de 1980")
Este post se escribió hace 4 años, cuando quemaron el carrito de Doña Nati, en su honor y en el de tantos carritos que alegraron nuestra infancia.


¿Hay algo más mágico para un niño que un carrito de caramelos? Los carritos, en el Santa Cruz de mi infancia, eran una institución, tan indispensable como el cine a las 4, un centro de atracción irresistible en el que, sobre todo los domingos, y cada día a la salida del colegio, los niños recalábamos.

martes, 20 de septiembre de 2011

Holas que vienen y van



En honor a la verdad, yo soy una persona amable. Tal vez porque mis padres también lo eran, pero siempre doy los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches con una sonrisa, siempre agradezco lo que tengo que agradecer y siempre atiendo bien, incluso a los que te llaman por teléfono a horas intempestivas para preguntarte por tus filias y fobias políticas o para venderte una almohada viscoelástica.

martes, 13 de septiembre de 2011

El olvido que somos




El día en que fuerzas paramilitares de Colombia mataron al padre del escritor Héctor Abad Faciolince le encontraron en el bolsillo un poema, atribuido a Jorge Luis Borges, que empezaba con la frase: “Ya somos el olvido que seremos”. Para conjurar ese olvido, el escritor dedicó a su padre un libro, “El olvido que seremos”, del que yo hice una reseña hace tiempo para el “Diario de Avisos”.

martes, 6 de septiembre de 2011

¡Ay, qué placer!




En mis años mozos había una canción, “Las tardes del Ritz”, en la que Lilian de Celis cantaba con voz aflautada: “Ay, qué placer es bailar un foxtrot con un doncel que nos hable de amor…”. Al volverla a oír hace poco, me quedé pensando que hay gustos para todo ¿Bailar un foxtrot? Mucho tendrían que mejorar lumbagos y juanetes para considerarlo un placer. Y menos lo sería que “un doncel”, al que imagino recostado y con flequillo, tipo el de Sigüenza, me viniera a hablar de amor. Más bien me daría risa, oye. Y es que creo que hay placeres y placeres.
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