En mi infancia, aquella época en la que llamábamos a mi casa “La Pensión
Charo” por la cantidad de amigos y parientes palmeros que se quedaban en ella,
los niños nos acostumbramos a las personas excéntricas, a aquellas que, según
mis tías, estaban más p’allá que p’acá. Siempre aguardábamos con expectación a
la próxima visita para ver con qué nos iba a sorprender. Una vez era la prima
Rosario, ya talludita, que, por las noches, se ponía en combinación negra a
bailarnos sevillanas. Otra vez era el tío Felipe, que se pasaba el día
parapetado tras un periódico en el que hacía agujeros para mirarnos a todos y no
perderse nada. O aquel amigo al que le gustaba con locura comer mezclas
extrañas, como batidos de sardinas con papaya. Por no nombrar a todos los que
nos contaban a los niños historias truculentas de cementerios y aparecidos. La
verdad es que, en aquellos tiempos en que no había televisión, las veladas en mi
casa eran la mar de entretenidas.
martes, 30 de agosto de 2011
martes, 23 de agosto de 2011
Abracadabra
"¡Abracadabra!”, gritábamos de pequeños agitando una varita, con esa total
confianza que los niños tienen en la magia. Incluso añadíamos “pati di cabra”,
antes de pedir un deseo: que aparezcan dulces en la mesa, que salga el sol, que
sea de repente Navidad. Y siempre decíamos seguros: “Ya verás, ya verás. Sólo
hay que esperar un ratito”.
martes, 16 de agosto de 2011
Una english boda
Hace 4 años me fui a la boda de mi ahijada Dácil en medio de la campiña inglesa. Esto fue lo que escribí entonces:
Este agosto he pasado unos días en el sur de Inglaterra, adonde fui a la boda de
mi preciosa ahijada Dácil: an english wedding, una inglesa boda, para seguir con
el chiflado estilo de los ingleses que, empezando por los adjetivos, todo lo
hacen al revés. Como diría Obelix, están locos estos ingleses.
martes, 2 de agosto de 2011
El aljibe es mío
En los tiempos de la revista “Triunfo”, allá por los años 70, el periodista Luis
Carandell tenía en ella una sección, llamada “Celtiberia Show”, en la que
hablaba de “las hazañas, andanzas, milagros, ejemplos, decires, gracias,
desgracias, ocios y negocios” de los celtíberos. Una vez la protagonista del
Celtiberia fue una casa, muy cerca de la mía, que, en su tiempo, fue eso,
una casa pero que con las herencias se convirtió en dos, probablemente
con trifulca en medio porque cada heredero quiso dejar bien claro cuál era su
propiedad. Hoy sigue tal cual, con esa diferencia total (color, tejados, tamaño
de puertas y ventanas, incluso una partida por la mitad…) que muestra que los
herederos no se pusieron de acuerdo en nada de nada.
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