Yo tuve un amigo que levitaba. Bueno, que decía que levitaba porque realmente nunca lo vi por los aires. Él decía que no se iba a poner a levitar delante de mí que era una descreída y que mi escepticismo le quitaba la inspiración. Yo le contestaba que, si lo veía subiendo a los cielos como si fuera la ascensión de la Virgen, yo sería su primera fan y desaparecería de sopetón toda mi incredulidad. Pero ni por esas lo convencí.
A lo largo de nuestras vidas todos hemos tropezado con personas así, con un
punto de locura, como decimos los lógicos: un profesor de un instituto del sur
que fue tirando los boletines de notas de sus alumnos por toda la autopista, con
la posterior recogida por parte de una policía asombrada; un primo mío, que lee
los libros marcha atrás, desde el último capítulo al primero; el Anoniman de la Autopista del Norte, que cada semana hace sonreír o pensar a todo
el que pasa, con sus frases al borde de la carretera (“Atrapa el instante” fue
una de las últimas)…
Hace poco en un velatorio un señor al que no conocía, al enterarse de que yo
era profesora, vino pitado a exponerme su teoría del lenguaje. El español,
decía, es un idioma muy complejo debido a los tiempos verbales y él tenía una
propuesta fabulosa para arreglar esto: usar solamente los infinitivos y los
adverbios. Por ejemplo, en lugar de decir “yo comí”, teníamos que decir “yo
comer ayer”. Me lo decía totalmente en serio, con el entusiasmo del descubridor.
Tengo también un recuerdo de infancia que no sé si fue verdad o lo soñé.
Estoy vestida con un traje repolludo de volantes almidonados a los 3 o 4 años
viendo en el parque cómo los chiquillos desharrapados se cuelgan del tiovivo de
los caballitos cuando pasa a toda velocidad. Los encargados, enfadados, los
echan fuera. Yo estoy imaginando cómo será esa experiencia libre y desinhibida
y, sin pensarlo, me cuelgo yo también y en unos minutos gloriosos doy una
extática vuelta mientras oigo los gritos de mis padres, de los encargados y del
mundo entero.
Ya sé que los sesudos científicos explican todas estas acciones con que si el
lado derecho o el izquierdo del cerebro. Pero ¿no es hermoso pensar que en la
naturaleza humana hay también un punto de locura que nos redime de tanta lógica?
(El dibujo es de John Tenniel, ilustrador de "Alicia en el País de las Maravillas", un cuento un poco loco creado por Lewis Carroll, un lógico matemático)
(El dibujo es de John Tenniel, ilustrador de "Alicia en el País de las Maravillas", un cuento un poco loco creado por Lewis Carroll, un lógico matemático)